NAVIDAD ALDEANA
La aldea está en la falda de una sierra,
sobre un valle plantado de manzanos,
que a pesar de la nieve que los cubre,
se adivinan soberbios y lozanos.
Surcando el valle, una corriente clara
que no alcanzó la escarcha a detener,
va murmurando una canción de invierno;
queja triste de un triste atardecer.
Sobre el arroyo un puente está tendido,
hecho de viejos troncos y de leños,
donde pasan sus carros y sus yuntas,
para ir a la labor los lugareños.
Reina solemne paz en ese valle;
sencilla paz que hace la vida bella,
que forma el corazón valiente y bueno
y donde no hallan los engaños huella.
Más arriba los altos Pirineos
como un dosel de rústica hermosura,
hacen de aquel lugar un santuario
que eleva el alma y la conserva pura.
Es noche buena y hace mucho frío,
la nieve blanca cae muy lentamente
sobre el valle, la sierra y los manzanos,
sobre la triste aldea y sobre el puente.
Los techos de las casas están blancos;
sentados a la lumbre del hogar,
los chiquillos escuchan del abuelo,
un cuento de Melchor o Baltasar.
Y sueñan con espléndidos juguetes
que han de traer los buenos reyes magos,
esos reyes que viajan con camellos
por mares y por tierra y por lagos.
¿Quién no soñó como ellos con los reyes,
en esa edad risueña de la infancia,
cuando todo es amor, es inocencia,
cuando es la vida flores y fragancia?
¡Oh paz solemne de la triste aldea,
donde viven los pobres lugareños
sin ambición, sin lujo y contentos
de ver arder, en el hogar, sus leños!
Allí no hay ruido, brillo ni opulencia;
en esa paz no hay rico ni mendigo;
pero si, en cambio, en cada hogar se goza
de amor, de lumbre, pan y tibio abrigo.
No piden más, con eso se conforman;
jamás anhelan perlas ni brillantes;
piden a Dios que llene sus graneros,
con oro de cosechas abundantes.
Y allí cerca de Dios y de su gracia,
fervientes cumplidores del deber,
ponen más fé en la plegaria pura,
que su alma reza en cada atardacer.
Así esperan los pobres lugareños
la hora solemne en que nació Jesús,
hora que fué de redención sublime,
consagrada apoteosis de la Cruz.
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adolfo vilatte lavigne