Iluminas este mundo tan oscuro
como ángel de belleza cegadora.
No entiendo tu poder ni tu conjuro:
¡Tanta luz con tan tenue aureola!
Si yo fuera un fugaz cuerpo celeste,
tu serías mi motor incandescente;
Si yo fuera un incendio creciente,
tu serías en mí la brasa ardiente.
Si ilumino menos que una vela
¿Cómo puedo aspirar a ser estrella?
Si no puedo guiarte entre la niebla
¿Cómo llevarte hacia mi esencia?
Pero sé que escondo una gran chispa:
mojada, apagada, tan atenuada,
que podría perderse en la ceniza
o transformarse en una llamarada.
Y si decidieras encender mi flama,
te juro que lo gozarías rendida.
Luz y fuego como una sola alma,
consumiéndonos para toda la vida.