Después de tanto tiempo la volví a encontrar. No la encontré como era, no pude ver la flor que siempre se abría en su sonrisa. Ni siquiera yo pude encontrar el sentimiento que ella provocaba en mi.
Había pasado mucho tiempo, incluso muchos romances. Ninguno de ellos pudo darle la risa perfecta que tenia cuando yo la conocí. Era de esas sonrisas que de verla te hipnotizaban y mantenían en su mundo, no pude encontrarla.
Muy por el contrario la encontré opaca, el otoño había dejado su peor color en sus pálidas ojeras. Esas relaciones habìan opacado sus esperanzas, su fe en amar, sus ganas de soñar. Habían sido muchas frustraciones juntas para alguien que comenzaba a crecer.
Puedo asegurar que dolió mucho, que fueron muchas lágrimas, incluso a mi me inquietaba la angustia de verla fuera de si, fuera de esa risa encantadora.
Ella volvió. No encontró mucho en mi, no aquello que años atrás sentía. ¿Quien se enamora de quien no quiere brillar?
Con el tiempo entendió que ser feliz estaba en si mismo, que estar bien dependia exclusivamente de ella, de estar bien con sì misma, con su yo, así fue que aprendió que estar bien sola es la preparación para entender que el día que vuelva a amar no será una cuestión de necesidad sino de elección.
En verdad me llena de dicha su crecer porque ahora en su rostro siempre luce primavera...