facundo perkins

La lluvia

La lluvia con su discurrir suave

Acaricia las huérfanas aceras

El cielo golpea Con sus perlas etéreas

Nuestros obliterados corazones Alcázares

que no se doblegan

 

Han sellado sus puertas al olvido,

que no conoce los olvidos

no se resigna , en su memoria

 

El cielo perspicaz dando coces golpea

Son ordalías de copos nacarados

Que estallan en un dosel dormido

Como si intentara trasladarnos

con el opio en un lecho de sueños

 

Bajo un vaho luctuoso , en la lejanía

Los techos son centinelas sigilosos

Viejos toboganes corroídos

Han obligado al tiempo

No interrumpir su acuoso periplo

Siempre hacia abajo , en un desliz ciclico

hacia alcantarillas derruidas

Morir luego por lupanares y presidios

Presume al revivir en los mares

No llamarse tiempo , sino Eterno

 

Un raudo viento ensortijado

lleva en sus aquelarres

un baldaquín de gotas cautivas

En ellas se lleva algo de nosotros

nos arranca briznas de vida ,

 

nuestro presente se aletarga

el pasado es una semilla que germina

en un crescendo que acapara y domina

embelesando en un éxtasis la mirada,

el latido

inscribiendo en el rostro finalmente

su rúbrica de  sonrisa

 

Centenares de bolitas de cristal

Penden reas , trémulas y pensativas

De una letárgica verja que agoniza

Por su diáfana limpidez de estrella

Se atisban siluetas abigarradas

Sin colores pero vivas

mimos del tiempo

Estro que intentan sin voz

Despertar nuestros recuerdos

El inerte pensamiento se dispara

se difumina en la mañana lapidaria

Desde este cristal empañado

Delgado limen que separa

esos efluvios nimbados

de esta habitación vasta y solitaria

 

por el zaguán de mis fauces

percibo nervaduras fúlgidas y nerviosas

que se bordan en un cielo moretonado

Son recuerdos que inhalo

traídos por una brisa agreste

a mi memoria que sorda duerme

 

son perfumes

mixtura de lo acre y lo dulce

esencias del pasado y del presente

bostezo de gotas , herrumbres , savia y tierra anegada

fragante urdimbre orlada con hilos arcádicos

de corridas bajo una lluvia fría

de pies desnudos y enfangados

una toalla cálida ,

lombrices en mis manos y una cuchara encurvada

elixir espumante y reconfortante

en una taza sahuma el afecto

y en su trasfondo

el sol de tu mirada


afuera llueve

entre algodones tiznados

por hollín etéreo

el curioso sol guiña sus ojos

como si quisiera sorprendernos

en este adulterio del tiempo


desde tornasoladas burbujas

que respiran tenues en lenta agonía

el pasado me pide , me implora , me suplica

cual moribundo atorado con un póstumo suspiro

balbuceando  en mis oídos

que cuando el palio azul se despliegue

y la vida aletargada

en oros húmedos se despierte

no me olvide ...que aquí estuvieron

son Umbrales

a una dimensión abandonada

exiliados a un rincón umbrío

a una vida subterránea que se arrastra

ataviada con percales sobre un tapiz de ceniza

con el pértigo de la esperanza

en una suerte de última jugada

vadean  el charco de la nada

se ciñen fuertemente de mi pluma

como niños traviesos que se penden

columpiándose de un gajo endeble

piden que  las redima , quieren ser al menos

quieren ser  las palabras