El mar se estremece con tu cuerpo,
y tus senos reciben las olas,
en un hipnotísmo de paisaje acuático.
Eres la descendiente de la estrella marina.
De eróticas fantasías con el vino.
Tu profundidad femenina,
imágenes de un bosque sumergido,
que llega hasta el corazón del viejo mar.
No alcanza tu angélica sonrisa el horizonte,
sumerge apenas tu cuerpo tembloroso de colores,
recorre en remolino tus leyendas,
esconde aun el mapa tras tu espalda,
la ruta hacia el génesis del universo eterno.
El tiempo de carcome la piel y las escamas,
hembra milenaria sujetada a la red
de una memoria oscura,
donde eres la herida que sana y se desangra
muchas veces.
En la otra orilla del tiempo conjugas la sal con el agua,
el viento recorre alegre tus caderas,
y le sueltas tu voz enamorada.
Abrazas el destino y eres veleta de navío
en la tormenta.
Regresas al mar y se compuje,
con su barba de espuma te adormece,
tus sueños se fecundan con magia,
ya no existes y existes
bella acuática durmiente,
tu soñar va cerrando el circulo del mundo,
por la planicie de tu vientre
se resbalan caracoles.
Te concibo en la memoria y eres los brazos
de mi amante,
mi subconciente que repite el oleaje
de tu canto,
la posesión es de palabras a contra luz
menguante.
Sobre la playa recuento tus ansias extraviadas,
nuestros nombres con arenales distancias.
Llevame en tu rapto de brazos y caderas,
no me dejes en la costa del olvido.
Nadie te mira sirena, nadie te observa...
solo yo te imagino.