Con un guiño y su sonrisa,
mi amado sabe
que me pone a su merced
me deja sin la mínima intención
de querer resistirme a él.
Ay de mi, si fijamente me mira
con sus ojos claro de luna
rendida yo caigo ante él
y en un suspiro le digo que sí.
Ay de mi, si sus manos me rozan
los sentidos se me alborotan
el juicio lo voy perdiendo
cuando esas manos me tocan.
Todo mi universo lo encuentro
en la geografía de su boca carnosa
y toda la razón la voy perdiendo
mientras esa boca me besa.