Llega un momento en que el cielo nos ahoga,
el cuerpo no responde, la mente se emborrona
y el corazón se desboca buscando escapatoria.
No es un cansancio al uso, es un cansancio vital
que te arrastra a las cascadas de la vida,
a un mar desconocido
que te espera rugiendo entre las rocas
Y pides ayuda pero nadie escucha,
algún paseante te saluda creyendo que bromeas,
mas la corriente hierve
y no encuentras nadie a quien asirte.
De noche los ojos se desvelan,
de día, no consigues despertarlos,
tu mente es un tétrico cadalso
en el que tu eres el reo y el verdugo.
Mientras intento escribir este poema,
la pantalla devuelve en blanco y negro
una sombría escena,
un espectro en busca de un abrazo
aullando entre las sombras,
busco tus manos, pero no hay otras manos
que las que tiemblan flotando en el teclado.
Y salto al burladero de una barra
y me escondo tras jarras de cerveza
a la espera de una mirada tierna
de un abrazo, de besos redentores,
pero el tiempo se arrastra y nos arrastra
a las negras cloacas del olvido
donde chillan las ratas, donde pierdo
tus recuerdos, tus besos y los míos.