No sé por qué divago sin sacarla de
mi mente; si su imagen se desdobla
no consigo hacer algo coherente y
quedan adheridos sus recuerdos como
hielo seco en la yema de los dedos.
Hielo seco en la bandeja se adhiere
como la voz que desliza sigilosa en
mi oreja y me hiere.
Más abajo, descansa como una fruta
fresca ¿manzana, sandía o naranja?
Acercar su rostro con osadía fue la
ansiedad de hundir los dientes en la
sandía; sandía fresca y la espera
tensa de hundir mis dientes en ella.
Sandía partida, manzana entera.
Desnudar a la manzana de su cáscara
morbosa para descubrir la blancura de
su carne jugosa; blancura de su piel
oculta entre su ropa...