Un día te darás cuenta que la vida, la misma que recibimos sin pedir, se marcha sin avisar; que al vivir, es mejor dar; y que si debemos esperar, debe ser por cosechar, lo que sembrar decidimos.
Un día te darás cuenta que el corazón se cansa de latir por pasar la vida latiendo, que el cuerpo va languideciendo mientras preparamos la partida; y que dejará de ser vida, lo que hoy estamos viviendo.
Un día entenderás que con las manos vacías nos vamos; que atrás dejaremos lo que ayer fue nuestro guía,
y que a cada día, intentamos retener en vano.
Un día entenderás que la luz que precede a la oscuridad, se apagará un día; que hasta los árboles extrañaran sus hojas en el otoño; y que el retoño de la vida, ya no será realidad.
Un día te darás cuenta que desearás el frío del invierno en el verano; que cuando la enfermedad te acoja, desearás estar sano; y te irás tornando viejo, al compás de los años.
Un día te darás cuenta que extrañarás
en invierno, el color de la primavera; que ya no tendrás prisa, cuando sea larga la espera; y que de verdad, de veras, así pasa la vida, ignorando lo que está a nuestro lado, y deseando lo que ya no nos queda.
Un día te darás cuenta que ya no nos acompaña la piel del niño que un día fuimos; que la sonrisa se apaga ante la partida; que cada golpe en la vida, nos deja una herida; y que la mano que estuvo llena, entonces estará vacía.
Un día te darás cuenta que se hace difícil caminar presintiendo una caída; que no nos salvará la fe, cuando ésta está perdida; y que con el alma herida, dejaremos de afanar.
Un día te darás cuenta que hasta las aves extrañan su vuelo cuando sus alas de cansan de volar; que aunque el cielo siga ahí, ya no será su hogar.
Un día te darás cuenta que la mirada que busca en el horizonte, se encontrará perdida; que tus ojos, un día dejarán de ver; que ya no tendrá sentido ser; y que acabará la vida.
Un día te darás cuenta que hasta el vientre que ayer parió con dolor, llegará a quedarse sin nido; que extrañarás la risa del niño que hoy alborota tu hogar; y que así, sin más que dar, ya no tendrá color, lo que hoy es colorido.
Un día te darás cuenta que se va del cuerpo, la destreza; de la visión, la agudeza; y de las manos, la firmeza.
Un día te darás cuenta que hasta un padre nuestro nos dejará sumergido en la tristeza, en vez de llenarnos de alegría; será entonces, con certeza, tal vez el último día de uno de los nuestros.
Un día te darás cuenta que se acabaron las sonrisas, que la soledad nos acompaña, que no se mueven las montañas, y que nuestra vida agoniza.
Un día te darás cuenta que otras vidas inician mientras la tuya termina; que el mundo sigue girando aunque decidas quedarte quieto, que tus hijos te dejaron solo ayer; y hoy, a ellos, los dejan solo tus nietos.
Un día te darás cuenta que se pierde la confianza; que el fruto que un día estuvo, ya no vuelve a su rama; que dejan de ser recordados, los que hoy gozan de fama; y que aún en tu propia cama, tu sueño no te descansa.
Un día te darás cuenta que hasta la luz más intensa, llega un día que se apaga; que dejará de tener valor, lo que por ello, hoy tú pagas.
Un día te darás cuenta que la riqueza no llena el alma, aunque llene los bolsillos; que en el mundo, lo más sencillo, lo que nos da paz y calma, no tiene que ver con riqueza.
Un día te darás cuenta que hasta la madre naturaleza, que nos llena de riqueza, un día nos deja consternados, dejando a nuestro lado, sólo dolor y tristeza.