¡Tanto luchar para morirte solo,
para ver desfilar los ideales
en el fúnebre carro de la historia
y escuchar las cornetas y timbales
celebrar marcialmente la victoria!
Tanto sembrar y regar y arrancar hierbas,
para ver a las huestes del sistema
incendiar nuestros campos, nuestras casas
y cubrir de salitre nuestras tierras.
Tanto esperar la llegada de la aurora
para ver como ruge la pedriza,
como el cielo revienta en mil pedazos
y la riada arrasa las cosechas.
¡Toma la hoz, la navaja y la guadaña!
Empuña el hacha, la horca y planta cara.
Defiende el pan de tus hijos, su mañana,
tu libertad, tu futuro, tu esperanza,
tu dignidad, tu fe, tus ilusiones...
¡Clávales los arreos en la espalda!