Como poema de amor
aguardando
y que jamás será escrito,
ella, no fue, ¡tanto deseaba!,
correspondida.
Como poema extranjero
esperando
y que nunca será traducido,
él, fue, enfrascado en no se qué
rutinas, de fracaso en fracaso.
Ella, en la pasarela que va
desde la cruel desilusión
hasta el lamento de la cama
vacía, enjuta y fría.
Él, en el río que lleva
agua contaminada de fábrica
hasta el inmenso mar
de la pena en su alegoría.
No, no, no pudo ser, pero sí,
al fin tocados y hundidos
marcharon cada uno
por su camino...; para qué
tanto beso, para qué
tanto sacrificio, para qué
tanto sexo...
Dónde quedó la guía
de los sentidos, dónde
la de los sentimientos.
Oh, tierra roja
de corazones rotos,
de amantes locos,
donde tal vez la intención
aunque herida de ganas
encendidas, al fin es
muerta de negación
obtusa, absoluta
y absurda...