Un alma que vive al filo del abismo, y un cuerpo humano que le coquetea a la muerte con tan sólo una sonrisa. Mientras ese frío recorre cada cm de su cuerpo se eriza al saber que en cada momento se aproxima su llegada, al fondo se escucha ese sonido que le recuerda que cada vez la punta es más afilada que antes. Mirando por esa pequeña ventana donde se reflejan las gotas de la tan agitada lluvia, llega al pensamiento, tu eres el próximo. Pensar en eso ya no es problema porque nos convertimos en animales que se alimentan de la adrenalina de lo prohibido al saber que el final está por llegar y no lo define la curvatura de ese tan amolado cuchillo que el cual tantas noches usamos para degarramos el alma y el ensueño.