Su pequeña y suave voz
llegó como un tierno rezo a mis oídos,
mientras sus manitas
me acariciaban el rostro:
“Ven, hagámoslo ahora
que ha dejado de llover
y en este espacio tus versos
han quedado adormecidos”
“Dame tu mano y vamos,
a ver qué bien lo haces,
con toda tu experiencia,
con todo lo que sabes”
“Ven, vivamos fantasías,
que la tarde se escapa
por entre el arco iris
y no nos queda tiempo”
“Ven, abuelo, hazme ese barquito de papel
que yo seré el grumete y tú el capitán,
hagámonos al mar,
ese chiquito mar que corre por la calle”
¡Bien, mi lindo nieto, vamos, hagámoslo ahora!
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
(¡Y hay gente mal pensada…!)