Cuando el alma gime por el adiós no pronunciado.
Se amordaza al silencio, de la procaz conciencia.
Y en el mar negro de la congoja, lloran los sueños abandonados.
Se evapora el amargo llanto, en el desierto de la indolencia.
Cuando el alma llora, por la misma herida de un pasado.
Porque el terco corazón, dejándose llevar por el falso consuelo.
De una mujer amada, que por haberla amado me ha destrozado.
Dejando herrante un sentimiento… y por siempre el alma en duelo.
Gime alma, gime, mientras esperas la muerte que nunca llega.
Tal vez, su felicidad cueste tu llanto, y valga su herida.
Entonces volaras tranquila, donde el dolor no te contenga.
Y su sútil partida, en el afán del tiempo… haga parte de tu vida.
ISRAEL CARE.
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