Paloma P.P.

Cuanta discriminación ( Autores Paloma Pérez del Pozo- Salvador González)

 

  1. Es la discriminación
    tal afrenta para el hombre
    que solo decir su nombre
    produce consternación.
    Por tan grande sinrazón,
    tan vil y tan despreciable,
    se trata al más vulnerable
    de la forma más perversa
    y luego se tergiversa
    para hacerla más amable.

    La amargura de la hïel
    medio mundo la ha probado
    cuando se vio segregado
    por el color de su piel.
    Y no puede ser más cruel,
    más fruto de la arrogancia,
    más maléfica, más rancia
    esta forma de desprecio,
    proceder este tan necio
    que es hijo de la ignorancia.

    Es víctima la mujer
    de la maldad del machismo
    que cargado de cinismo
    puede hacerla perecer.
    Tan violento proceder
    nace en la desigualdad,
    su gran peligrosidad
    atenta contra la vida
    y debe ser perseguida
    con toda severidad.

    Qué diremos del estado
    donde todo homosexual
    se trata de criminal
    hasta ser ejecutado.
    El medio que esté callado
    ocultando esta noticia
    conociéndola en primicia,
    al no informar a la gente
    se puede pensar que miente
    y que su misión se vicia.

    También por toda la tierra
    por las creencias políticas
    hay situaciones tan críticas
    que desembocan en guerra.
    Este fantasma que aterra
    cabalga en grandes falacias
    y promueve las desgracias
    que sufren los ciudadanos;
    con la opresión los tiranos
    destruyen las democracias.

    La avaricia de un patrón
    en el mundo del trabajo,
    aun haciéndolo a destajo,
    conduce a la explotación.
    Qué terrible es la visión
    de niños en basureros
    o en sórdidos agujeros
    con manos encallecidas;
    ¿qué valor tienen sus vidas?...
    ¿Quiénes son sus carceleros?

    Tantos discapacitados
    sufren de grandes apuros
    para vencer tantos muros
    que tienen por todos lados.
    Claman los cielos airados
    por su integración social
    y en el mundo laboral,
    la sociedad se desquicia
    por esta gran injusticia
    si les niega lo esencial.

    No caben en la memoria
    las terribles agresiones
    que en nombre de religiones
    tiñen de sangre la historia.
    Convertida en solo escoria
    se la ha llegado a matar
    por el hecho de rezar
    de una forma diferente
    a tal cantidad de gente
    en todo tiempo y lugar…

    Un gravísimo problema
    está en estas diferencias
    que arruinando las conciencias
    es un ascua que nos quema.
    Si se tuviese por lema,
    como un desgarrado grito
    y en cada bandera escrito
    que todos somos iguales
    quizá acabaran los males
    de este inframundo maldito.

    No hay mágica solución
    para tantísimo daño
    de este desastre tamaño
    que es la discriminación.
    Pero si hay educación,
    si el pueblo tiene cultura
    podrá soltar su atadura,
    allí estará el fundamento,
    el esperanzado aliento
    de justicia y de cordura.