Ya renacen los días radiantes
días de fulgor, de pasión
de rayos de sol en la almohada
allí donde surge el delirio, la ilusión
donde ya las caricias se asoman al alba.
Se oye el rumor de las olas
a través del viento del norte
y el salpicar de la espuma
penetrando hasta alcanzar la ventana
retumbando con estruendo
martilleando las entrañas
y por fin vuelan los sueños
hasta penetrar en el alma.
Huele a mar, a mar bravío
mar eterno, indómito
que confunde colores turquesa
con el resplandor celeste
del cielo de nubes disfrazado
de colores de sueños guardados.
Los días fríos del lúgubre enero
ya se han marchitado
los dulces besos resurgen
con esencia a mar dorado
los cabellos huelen a perfume
a arena desgranada en guijarros
y el corazón late, vibra
rizando olas en el viento
acunadas por el mismo cielo
refugiado en una mirada.