Ambos teníamos quince años.
Lo maravilloso del comienzo
del gran amor de adolescentes.
Ése, que siempre queda
en nuestro recuerdo,
para toda la vida.
Ella era una bella rubia
con profundos y bellos
ojos verdes.
Muchos años han pasado...
y la recuerdo, siempre.
Nos conocimos en clase
de teatro y poesía.
En el final de nuestros
ensayos, salíamos como
dos locos enamorados.
El destino pone
su principio y su final
en la vida.
Todo marchaba bien,
todo era deseos de encontrarnos
y el de mirarnos y acariciarnos...
Su padre era militar.
Lo trasladaron a Tucumán...
y se llevó a mi amor,
el primero de mi vida.
Hugo Emilio Ocanto