Una veintena de besos sabor a uvas
de las que se pisan en el lagar
así es como se sienten mis labios
que se estremecen con tu besar.
Besos que vengan de los tuyos
sonoros, en el aire que me ahoga
silenciosos, cuando veo que te alejas
después de una sesión agotadora.
Besos que sepan a dulzura
panal de miel espesa y rebosada
cundeamor trepado en empalizadas
de casas pueblerinas y olvidadas.
Besos que se cuecen en tu boca
con la brasa de una pasión viva,
con la furia de olas reventadas
en el acantilado de gaviotas.
Besos que sean anhelados
en las noches frías y solitarias
donde a través del ventanal diviso
los copos de la nieve en picada.
Besos que sirvan de inventario
a las jornadas de la semana
que sustituyan el salario
para empezar otra mañana.
Besos que me hagan olvidar
miserias que surgen por doquier
que borren todo pensamiento
menos, las ganas de volver.
Besos de yunta y complemento
los dos lados de la moneda,
besos de rabia y de contento
que valgan toda una espera.