Está construyendo un arcón
para guardar las miradas
de una morena caucásica
llegando de madrugada.
Han de saber ustedes
lo que sus ojos ya vieron
un tremendo corazón
que rebalso sus silencios.
La tersura de su piel
sus labios unos consuelos
las caricias de sus manos,
y el pelo aún revuelto.
Era la juventud
con su mirada de terciopelo
su voz en arcoiris
viajaba en los extremos.
Sus huellas fueron marcadas
en las hojas de la arena
la mar que orgullosa
lavábalas sin mucha pena.
La arena de su pie izquierdo
cogíala con destreza
para hacer una gruta
donde guardara sus penas.
Una lágrima grabó
en su iris atormentado
cerrándolos con cortinas
de párpados desolados.
La triste soledad voló
como mariposa encantada
haciéndole un torbellino
alrededor de su piel mojada.