Las miradas divagan
en sentimientos altivos,
sensaciones pulcras
desnudan el alma
se entregan en besos
que embriagan al ser
y erizan la piel,
invitan a insaciables deseos
a concedernos a placeres intensos
de una pasión
que merodea las fronteras
del apremiante delirio,
allí donde el gozo…
¡el bendito gozo es supremo!