Se aleja el sol, llevándose la tarde
ambos se difuminan, como si dijéramos
igual se va el hastío, cuando apareces
como se lleva el río, su tristeza ondulante
dejando atrás un mundo recorrido
-voces, sueños y canto humedecido-
reconozco que el corazón es vulnerable
a los hechizos de tu voz armoniosa
al pestañear lento de tus ojos
y a la brisa marina que desde lejos trae
el suspiro de tu aliento sosegado
es cuando el ansia de tenerte
languidece, como los rayos del astro
allá, entre jirones de nubes del poniente
y la noche se presenta ahora, digo, ahora
y arroja sobre mi entorno su silencio.
El silencio envolvente de las cosas.
La noche es reina, por una noche.