PARTE II
Tu rostro ruborizado
como crepúsculo en la tarde
demuestra sin darte cuenta
que tu corazón late y late.
Vi aletear tus pestañas
como aves alzando vuelo
el tesoro mas grandioso
de los recuerdos que tengo.
Qué hermosa caravana
las que forman tus suspiros,
quiero ser el caminante
que recorra esos caminos.
Me agrada el silencio roto
por tu amoroso susurro
lodazal de mil pantanos
donde yo amoroso me hundo.
Cuando contemplo extasiado
la sonrisa que te adorna
adivino en ese gesto
que tus pétalos me deshojas.
En los altares de tu alma
soy el creyente confeso
donde llego de rodillas
a mostrar mi sentimiento.
Mariposa que aleteas
por primaveras movida
besa la flor rozagante
con tus sutiles caricias.
Yo corriendo calle abajo
y tú igual calle arriba
tus barrancos y mi abismo
en perspectivas distintas.
Tu sombra va tras de ti
para evitar que presumas,
tu delinear perfecto
que va dibujando curvas.
Dilatando sin dolor
tus ojos paren estrellas
que titilan incansables
en tantas noches serenas.
Hay en tu boca de almíbar
dulzura de miel añeja
caminito de ternura
donde las hormigas llegan.
Yo soy ese, tu fiel feligrés
en el altar de tu cuerpo
que con excelsa ternura
te va cubriendo de besos.
Tus miradas de colores
son inviernos y veranos
son volcanes que me queman
cuando apenas los miramos.
Hay un camino infinito
por donde persigo tu huella
caminito de hierba fresca,
retazos de primavera.
Tu cabellera huele a viento
tu mirada sabe a lluvia
cuando juntas se convierten
en los lazos que me anudan.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela