Mis ojos son tuyos,
pues tú los haces brillar.
Te confesaré, en murmullos,
que eres quien me enseñó a amar.
Mis labios te pertenecen,
pues sin ti no podrían sonreír.
No quiero que de mi te alejes,
pues vivir sin ti, no sería vivir.
No quiero a ninguna rana,
que se convierta en príncipe azul.
Sólo quiero saber que me amas
y que mi destino eres tú.
A tu lado se anulan mis sentidos,
y no puedo ni pensar.
Tanto a tu lado he vivido...
No quiero ver esto acabar.
Y al mundo quiero gritarle
que de mi corazón tú eres dueño,
y al destino he de suplicarle
que nada de esto sea un sueño.
Laia Gil