Derruido en un colchón que grita tu nombre,
me enfrento con indiferencia a un futuro lleno de insipiencia
que extraña reclinar en tu ser mi cabeza.
En el letargo de la noche te veo frente a mi,
mientras mi alma empieza a sucumbir.
Te veo hermosa como siempre,
ansiosa por un abrazo que proteja tu soledad
y te haga sentir que a tu lado exista la más benigna seguridad.
Por aquellos besos que a ambos nos hacían volar
deseando en cada uno de ellos la perpetuidad.
Beso tus labios, frescos como el invierno,
que me muestran un amor casi tan grande como el eterno.
Recorriéndote con la suavidad de las auroras
y la languidez que al mundo colora.
Saboreo tus ardientes pechos,
frescas montañas que sucumben
ante el furor inerme de tu ser
y toda tú casi llegando a languidecer.
Llego a aquellos botones en sus cimas
con los que el Edén aproximas,
con los que me pides moverte en una brida
tú a mi unida.
Mas con ligeras mordidas llego a tus oídos,
recorriéndolos con delicadeza
y la más gran sapiencia
que loca te vuelve esa sensación,
te alborota y acelera tu corazón,
en medio de gimoteos llenos de excitación
que te obligan a besarme
para extraer de tu cuerpo el calor.
Frente a tu ardiente sensación
siendo nuestros cuerpos una hoguera
llego a tu núbil sexo de mujer
y usando de mi lengua las más hermosas palabras
hablo dentro de ti
mientras tu sexo ante mi carcajea.
Nos besamos mientras nuestros sexos unimos
con la mayor perpetuidad que el humano puede alcanzar,
gozando cada segundo
y pidiéndole a Dios que sea el momento mas rotundo
que la vida llegase a alcanzar.
Mas la oscura realidad la encuentro de frente
y cada noche me dice insistente
que te he perdido,
que jamás volveré a tener tu abrigo
y naufraga en mis recuerdos te tendré por siempre.
Hoy destruido frente a la realidad de que todo ha terminado,
cada noche lleno de somnolencia
le pido a mi Dios que revoque esta sentencia
y que me permita aceptar que he perdido,
pues ahora mi vida ha dejado de tener sentido
ya que mi ser se encuentra derruido
ante un futuro incierto
y un pasado que aún no ha muerto.
Hoy tan solo le pido a la vida
un suspiro que me dé un aliento
y un olvido que me regrese mi ser