Ya son las doce
después no habrá mas nada.
La hora cero
vacía como un cero.
El corazón atormentado
magullado
no encuentra salida
de ese ocho infinito
y el veneno urge.
Espeso el humo de la soledad!
Envuelto en los vapores
de tus besos prolongados,
los míos, chatos y aplastados
alejándose de la vida.
El vino que no tomamos juntos;
las letras que no están escritas.