Sus andares son torpes,
su anciana vida le sostiene el alma,
recordándole que el camino
es ya corto y angosto.
Sus andares pronostican
ese suceso inaudito que se mastica en el aire,
cuando todos callan,
cuando todos lloran.
Esos andares arrastran pies
y añoranzas que nos hacen
una mueca en la cara,
avisando que un día
sus andares se confundirán
con los nuestros,
formando una idéntica máscara.
¡Ay esos andares!..
¡Quién no pactaría con el diablo,
para no andar ni caminar,
sino para correr y volar,
surcando mares y secuestrando sueños.
Mirando con pupilas dilatadas.
Pensando con cerebros cansados.
Sintiendo con corazones ajados.
Volviendo con andares anclados.
Sus andares son torpes,
torpes son sus andares.