Entré caminando despacio,
procurando no hacer ruido.
El corazón libraba su batalla.
Latido a latido,
me quede sin fuerzas
y el cuerpo cayó extenuado.
Pero la curiosidad,
sigió su eterno camino
y sin ser visto, asistí
a amores perdidos en la memoria,
como si fueran recientes de hoy.
También vi fantasmas
llevando mensajes de esperanza.
Con palabras precisas
que... al recordárlas,
aún se clavan como espadas.
Y desde ese dia maldito,
continuo buscando
la frontera del deformado cristal,
que separa los sueños
de esta vida tan real.
P.M Pedro Monroy