- Te has preguntado, poeta, que significa la Navidad?
Entornas los ojos al preguntar esto, mientras colocas tu rostro en pose pensativa, apoyada en tus manos, y me miras curiosa, como tratando de adivinar mis pensamientos, y tratando de ver en lo profundo de mis sueños...
Mil imágenes acuden a mi memoria. Es cierto, Navidad es una gran fiesta, lo acepto. Se recuerda en el mundo entero el nacimiento de un ser extraordinario, que nos hizo ver la vida de manera distinta. Y nos trajo un mensaje de amor y de paz.
Con el tiempo, esta fiesta se ha convertido en un pretexto para reunir a la familia, a los amigos alrededor de una mesa, y compartir una cena, regalos, risas, alegrías.
También es un momento para adornar las casas, las calles, los lugares de trabajo. Para hacer compras, regalarnos algo nuevo, y muchas veces endeudarnos en exceso.
Por mi cabeza desfilan las imágenes de las navidades cuando era pequeño. Mis padres, mis abuelos, mis hermanos, los vecinos. La vieja casa, el pequeño pueblo acunado en las montañas, el eterno azul cielo. Un pequeño regalo, un almuerzo austero. El infaltable nacimiento, y los villancicos, y las misas de gallo, y los abrazos, y los besos. No se necesitaba gran cosa para tener felicidad plena en aquellos tiempos.
Ahora todo ha cambiado. Vivimos en una selva de cemento, donde tratamos de mostrar a los demás que estamos celebrando las fiestas navideñas, exagerando los adornos, las luces, y comprando regalos costosos, que al final de cuentas terminan siendo solo eso. Y la verdad, ni siquiera conocemos a las personas que con nosotros comparten el edificio, o a los vecinos de la cuadra. Prendemos fuegos artificiales en la noche buena, en competencia con la ciudad entera. Y al día siguiente ya la fiesta se ha terminado. Salvo para aquellos que salieron de viaje, o en la playa o el campo hicieron un campamento.
Te acercas a mi, en silencio. Has notado que mi alma está triste, y que una simple pregunta, ha hecho que pierda la vitalidad que llenaba mi pecho. Me abrazas, y casi murmurando, como adivinando mis callados lamentos, me dices al oído:
- Nos queda el amor y la esperanza, poeta amado. Y la promesa de que la fuerza del amor incondicional, vencerá de nuevo....