El tiempo,
es un verdugo insaciable,
es ladrón sigiloso
que escapa con lo vivido.
El tiempo,
se vuelve un vigilante incansable;
a veces,
ignorado entre la rutina.
De repente,
descubierto
en una flor marchita,
en un rostro triste,
en un momento envuelto de alegría.
El tiempo,
se convierte en amigo fiel
de quien camina
con un rumbo claro;
se transforma en enemigo
de aquel que construye su destino con arena
a la orilla del mar.
El tiempo,
es inexistente
cuando no has aprendido a amar.
Es cierto,
pasa sin misericordia;
pero;
al estar contigo
se desaparece con el espacio.
Es muy cruel;
sin embargo,
me burlo de él
disfrutando los detalles.
Cuando me fundo en tus brazos,
recuerdo
que envejece el vehículo;
mientras el pasajero
va creciendo en mi interior.
El amor
me da el rumbo,
suelto las memorias paralizantes...