En el velorio se canta sobre la desdicha de la vida.
¡Ay bendito! ¡Pobre alma! ¡Pobre hombre!
Que no corre y entonces rinde sus risas.
En mi cama pica el ardor del olvido
Un roble desaparece y corre; rápido, ciego
Hacia las llamas ardientes
Tiernamente prendidas por amores perdidos.
Quema, quema, y quema
¿Qué más alumbra que una vela?
Aquella que en esta despedida tan seca
Se convierte en volcán;
Escupiendo cenizas del cuerpo a la tierra.
Lloren desdichados, mal queridos del cielo
A quien le ruegan un milagroso devuelto.
Lloren hasta que sus lágrimas cubran el suelo,
Devueltos están por mí a ese terroso y lactante seno.
¡Lloren más rápido, ingenuos!
¡La vela se consumió, ya apaguen el fuego!
Ustedes corren, pero hoy yo vuelo.