kavanarudén

Vitaminas para el alma

 

Pasaba las páginas entre mis dedos.
Mis pupilas acariciaban cada oración gramatical, su construcción literaria, cada expresión.
Me iba nutriendo de su enseñanza mientras me sumergía en la trama. Acompañaba al protagonista: “Diego de Malagón”, en su extraordinaria historia.

 

Es increíble como un libro, a parte de ser un gran amigo, un acompañante fiel, consejero infalible; es un alimento espiritual. Lleva en sí parte de su autor. Éste siente la necesidad de expresarse, a través de su pluma. Desea entregarnos algo, sin ninguna otra pretensión que la de ser leído. Compartir sus experiencias, sus valores, sus vivencias. Esto, a mi modo de ver, es lo que hace que un libro llegue al lector.

 

Devoré con pasión, en esos largos días en los cuales me dedicaba al cuidado de mi madre, el libro: “El sanador de caballos” de Gonzalo Giner. Un libro interesante. Lo recomiendo con los ojos cerrados. Quiero compartir con ustedes, lectores, amigos y amigas del alma, tres párrafos que me gustaron mucho y que me tocaron particularmente en ese momento existencial en el que estaba viviendo.

 

El maestro del sanador de caballos, cuyo nombre es Galib, dice a su alumno (Diego) las siguientes frases:

“La vida es un largo peregrinar por el sendero de la perfección. Tratamos de alcanzar el final y no nos damos cuenta de que lo importante se encuentra en el recorrido.
He conocido a muchos que se creen infelices, por no haber cubierto al completo sus sueños. Su ambición les ha cegado tanto que ya no ven las bondades que el propio camino les ofrece”.

 

“La capacidad de crecer, ante la adversidad, convierte el hombre en un ser grande, y superarse es un sano estímulo para el corazón. Aprender de los errores ennoblece, y sentirse humilde, en un mundo de soberbia, te aseguro que se convierte en la llave de la felicidad”.

 

“Sueña con metas altas y volarás como las ágilas. Esto debes hacer, alcanzar las cumbres de la vida. Busca al que sea sabio y aprende de él. Usa bien la ambición sin por ello dañar a nadie. No hagas que tengan que recriminarte por tu trabajo, hazlo siempre bien. Intenta ganar cuando te hagan competir. No te dejes avasallar por nadie y aunque hayas nacido en un hogar humilde, no te consideres por ello indigno.
Si luchas con esfuerzo, conseguirás todo lo que te propongas”.

 

Nada que añadir a éstas que considero, “ tres vitaminas para el alma” y he querido compartir.

Un abrazo.