Pasan mis animales
y rebuzna el violín de Saint-Saëns.
Mis tarántulas-manos resbalan por esos hilos sonoros
y enveneno las palabras
¿podrán copular con una hembra?
¿en la eclosión de los huevos nacerán pensamientos-arañas?
destejo preguntas y las escondo en un oscuro bolsillo.
Recuerdo cuando quise tener fuerza de escarabajo
y vencer la masa
pero la masa fornida
tiende a no esclarecer
a manchar de tinieblas lo evidente.
Para trepar por los sueños
necesité la habilidad de los felinos,
en mi almohada despierta un leopardo cuando duermo
y sus uñas tienen el encanto de rasguñar el destino
A veces callo los colibríes de mi boca
no les permito que liben la flores de la mujer
revolotean en mi garganta
y se escapan aleteando en forma de suspiros.
Quise aprender el mimetismo
de los camaleones o de las mantis
para disimular en la piel del olvido
los recuerdos.
La alegría se me escurre como un jerbo,
trisca
noctívago en el desierto emocional,
la pierdo,
y no puedo huir de las fauces tristes
de las hienas
que ríen cuando deben lloran.
Tengo de nocturno
los ojos de lechuza
son más nocturnos cuando entonan una dulzura cansada
y se endurecen mis ojeras de plástico...
pasan mis animales
y me quedo con el cisne en los dedos
de Saint-Saëns.