Diaz Valero Alejandro José

Romancero atardecido V

 

Tu rostro ruborizado

cual crepúsculo en la tarde

silencio de mil secretos

y eso no lo sabe nadie.

.

Veo aletear tus pestañas

como aves alzando vuelo

que buscan el horizonte

con extraño desespero.

.

Ay qué hermosa caravana

las que forman tus suspiros,

que van con su rumbo cierto

llevando rosas y lirios.

.

Me agrada el silencio roto

por tu amoroso susurro,

porque de pronto despierto

envuelto en perfume tuyo.

.

Cuando contemplo extasiado

la sonrisa que te adorna

sonrío de igual manera

con flores en la aurora

.

En el altar de tu alma

soy el creyente confeso

que al oír los campanarios

que me invitan a tu encuentro.

.

Mariposa tú que aleteas

por la primavera movida

con tu seda de colores

alégrame el alma mía.

.

Yo corriendo calle abajo

tú corriendo calle arriba,

no corramos a la lluvia

dejemos que nos persiga.

.

Tu sombra corre tras de ti

para que así no presumas,

que la noche brilla sola

sin requerir de la luna.

.

Dilatando sin dolor

tus ojos paren estrellas

y sin decirte mentira

parecen una lumbrera.

.

Hay en tu boca de almíbar

dulzura de miel añeja

que con sutil embriaguez

el alma toda me llena.

.

Yo soy ese fiel feligrés

en el altar de tu cuerpo

que se persigna con fervor

cada vez que te encuentro.

.

Tus miradas de colores

son inviernos y veranos

otoños y primaveras

que muy adentro quedaron.

.

Hay un camino infinito

por donde sigo tu huella

si ese camino va al cielo

allá arriba nos veremos.

.

Tu cabellera huele a viento

tu mirada sabe a lluvia

con unas hebras hermosas

que el alma entera me anudan.

-------------------

Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Maracaibo, Venezuela