Malditas madrugadas testigos de los ojos incrustados
en la fría e infinita oscuridad de mi alcoba.
Malditos ojos irritados, malditos que no se cierran,
que arden... Que cobarde es mi mirar!
Malditos, llenos de miedo al parpadeo,
por miedo a encontrarte en ese pequeño instante
en donde apenas los voy cerrando.
Malditos porque no te miran.