Paloma P.P.

La soledad de los ancianos.

 

  1. Resignados y tristes pasean Jorge y Manuel,

    los años nunca perdonan,

    el cuerpo envejece y se deteriora,

    las enfermedades pasan su factura

    con dolores, cansancio y malestar.

    La vista se cansa, el oído se deteriora, el cerebro envejece,

    y uno se resigna y espera recibir un día

    la inesperada visita de la muerte.


    Sus hijos hacen su vida,

    y solo acuden al anciano en caso de susto o necesidad

    padecen solos en sus casas

    y otros muchos compañeros en residencias.

    Saben que algún día pueden agonizar solos en sus casas

    y caer de pronto muertos al suelo.

    Se sienten solos sin una mano que les apoye

    Y apenados por su soledad y su falta de salud.

    ¿Qué hemos hecho nosotros para que la sociedad nos desentienda,

    y nuestros hijos no se ocupen de nosotros?

    ¿ Cómo podemos vencer nuestra soledad

    que es como una losa de aire que nos aplasta?