Ayer la fue a recordar
sobre un madero tendido
fueron décadas pasadas
que marcaron su destino.
Besos que atrapados
dieron calor a su nido
entre murmullos gastados
los fue tejiendo enternecido.
Mirada clavada al cielo
veía nubes doradas
cuando el sur las volaba
entre su corazón y el alma.
La luz doraba su calma
en el tráfago del pensamiento
regocijaba la razón
que entibiaba su aliento.
Uno a uno fueron cayendo
los besos recordados
con los que creo un cuento
deseoso de contarlo.
Ella era la dueña
del descanso deseado
cuando sintió la seña
de su sueño imaginado.