La tierra cubre tu cuerpo,
y el cielo abraza tu alma.
El sol llora el adiós
y la luna guía tu asunción,
pues, tomaste el equipaje
y volaste hasta Dios.
Lloramos tu viaje
y gemimos
ante el lúgubre pasaje.
Al final, sosegados
por la ida del cuñado,
entendimos que seguías
a nuestro lado.
Gracias por tu ingenio
y por tu legado,
querido hermano.