Max Hernandez

María, por siempre María... TEMA SEMANAL, CUARTEL

Miras tu vientre, entre asombrada y risueña. Lo acaricias en silencio, murmurando una suave melodía.  Parece mentira como sucedieron las cosas, parece un sueño del cual no despiertas todavía. Una sensación extraña al sentir la presencia, de aquel ser maravilloso, que ha de llamarte \"Mamá\" y que ha de ser completamente tuyo, mientras sea un pequeño. Pero no ha de ser por siempre, lo sabes con certeza, pues así te lo dijeron, en esos momentos, que aún consideras, fueron un mágico sueño.

Tarareas la canción, que aprendiste de tu amorosa madre, de la cual te apartaron no hace mucho tiempo. Al oír los sencillos sonidos en la angelical voz de tu querida mama, un áura de paz y tranquilidad te rodeaba por completo. Y te sentías segura, completamente segura que no podría pasarte nada, mientras estuvieras en el calor del hogar materno.

Pero la vida es simple, como siempre había de serlo. Te entregaron en nupcias, con alguien a quien apenas habías conocido. Mucho mayor él, pero notabas que era bueno. Y más aún, tienes hacía él un cariño inmenso, pues supo comprender lo que te estaba sucediendo. E hizo caso omiso a lo que otros dijeron debía de hacer: Rechazarte, expulsarte de su casa y devolverte como una afrenta al hogar paterno. No lo hizo, y mas aún, te trata con mucho cariño. Y no puedes ser indiferente a todo aquello.

Caminan en silencio. Las estrellas acompañan su andar lento. La suave brisa les infunde un poco de aliento. Él sigue adelante, tirando con suavidad del fiel jumento, que camina con cuidado y con la mayor suavidad que puede. Es como si supiera que llevas una carga preciada, es como si supiera que de él depende el mundo entero. Tratas de no lastimar al bruto, aunque te aferras a su pelo. Él camina en silencio, y su respiración jadeante te muestra que aunque cansado, seguirá en su empeño.

El cielo está en mágico silencio, el viento sopla con cuidado, tratando de no levantar mucho al polvo del camino. Las fieras salvajes están todas en sus madrigueras, y guardan respetuosa distancia de aquella pareja que avanza lentamente en medio del desierto. Unos pequeños movimientos dentro de tu vientre te despiertan del acosador sueño. Sonríes, eres feliz por un infinito momento.

- \"Todo bien?\" Te pregunta José.

- \"Todo está perfecto- sonríes, mientras sujetas con una mano tu vientre- se está moviendo\"

José acerca tímidamente sus poderosas y toscas manos, fuertes manos de carpintero, acostumbradas a las herramientas y al trabajo duro, acostumbradas a forjar los maderos, esas poderosas manos se apoyan con inusitada suavidad sobre el lugar donde están tus pequeñas y frágiles manos, sobre tu vientre, y el pequeño al sentir eso, les regala un pequeño movimiento.

Ambos sonríen. Son felices a pesar de todo los infortunios y dificultades que están viviendo.

El camino se abre ante ellos, una tímida luna alumbra el sendero. Deben apurar el paso, para llegar con el alba al Belén de los ancestros.

El mundo mira reteniendo la respiración, el universo todo está atento, pues esta frágil mujer lleva en su vientre, a aquel que ha de hacer que el mundo cambie para siempre, y regalarnos amor, amor puro, incondicional y verdadero....