Quiero que vosotros los lectores
me consideréis un poco
porque tengo pobre de mí una vida muy rutinaria,
todos los días madrugo a las 6
y me cuesta abrir mis párpados.
Mi boca sorbe un café con leche a pasos muy rápidos,
no me da tiempo ni a arreglarme bien,
soporto más de una hora de transporte en metro y autobús
todo para fichar en un reloj laboral a las ocho de la mañana.
Desempeño mi trabajo en una mesa con un ordenador,
me dedico a leer los adelantos científicos médicos
y a mandar correos electrónicos a un montón de personas
con información de avances médicos, cursos, congresos, etc..
Así se traduce día tras día mi existencia.
Las tardes las dedico a mis faenas domésticas,
me voy al supermercado a comprar comida,
limpio mi casa,
lavo y plancho ropa.
Realizo gestiones para promocionar mis libros publicados,
saludo a mi esposo que llega cansado del trabajo a casa
y cenamos juntos.
Pido un poco de respeto por ser humana,
tener tantos errores y faltas
porque soy una máquina manipulada por la sociedad
cuando me gustaría salir de este mundo laboral rutinario
y tener una vida más rica, más social, más creativa.
Me gustaría poder secar las lágrimas de las personas que sufren,
dar de comer pan a los hambrientos,
poder considerar a los que viven desahuciados bajo un puente
y alojarlos unos días conmigo hasta que encuentren casa.
Pero la organización de mi vida me lo impide
y tengo la obligación de mantener y educar a 2 hijas mayores
que son 2 soles que quiero que el futuro les sonría.
Pido algo de comprensión
por colgar mi vida en un perchero equivocado,
porque enciendo una lámpara cuando tengo que apagarla,
porque voy tirando piedras a las paredes
pero mis obligaciones me obligan a seguir este rumbo
Mis ideales de existencia tales como amor, comprensión, cariño
están guardados en el armario de mi alma
y mi vida real es un poco triste y rutinaria.