Me tocaba con la punta de sus senos,
demorando el roce sin recato,
oliendo a pomarrosa
y a tarde empapada.
Su vientre excitado
palpaba mis deseos
con estrechez de mojado vestido,
bajo la lluvia que nos calaba.
Y con la sonrisa seductora
resbalaba sobre mis tegumentos
insinuando, en silencio,
la querencia del beso.