Ella caminó sobre los vidrios
que por el suelo dejó mi alma rota
y sin querer dejó un camino de huellas rojas,
divulgando así el dolor
que su propia despedía había causado.
El viento alzó su cabello
y luego sus alas,
ella cerró los ojos
y juró no mirar hacia atrás.
Yo junte las manos
y le pedí al cielo
que de ella me ayudará a olvidar.
Paulina Dix