Paulina Dix

Cuatro años son suficiente castigo.

Ella caminó sobre los vidrios

que por el suelo dejó mi alma rota

y sin querer dejó un camino de huellas rojas,

divulgando así el dolor 

que su propia despedía había causado.

El viento alzó su cabello 

y luego sus alas, 

ella cerró los ojos 

y juró no mirar hacia atrás.

Yo junte las manos

y le pedí al cielo 

que de ella me ayudará a olvidar.

Paulina Dix