Al final del día y con las manos entrelazadas,
con los pecados entre los pies
arrastro mis más profundos remordimientos.
Al final del día con la sonrisa en su rostro
me ha dicho \"confío en ti\" y,
sin embargo,
sus ojos entre charcos me han revelado las grietas,
las grietas de mis actos.
En fin,
he encontrado al amor de mi vida,
antes de percatarme,
he fallado.
Con la sonrisa en el rostro
me ha predicado el amor eterno,
me ha dedicado la felicidad de su latir;
simplemente no se siente igual,
nada sabe igual cuando se conoce uno sus fallos.
Le adoro,
de qué sirve si entre mis labios
y entre las llanuras de mi cerebro
ha quedado el recuerdo ardiendo,
el momento del pecado.
Al final del día
quién podría estar seguro de que he cambiado.