Cuando esperas una palabra,
una voz, un llamado
y sólo te responde el silencio,
el temor invade tu esencia
y la vida parece perderse
en un abismo sin luz y sin fondo.
Son gritos que agobian el alma
y la llenan de inseguridad y vacío.
Enredados los sentidos
van volando hacia una salida
que entrelaza la vida y el alma;
las palabras son como ecos que
resuenan en el precipicio donde
no se apagan, donde nacen y luego
se deshacen ante la indiferencia del amor
que no es correspondido…
Silencios, voces apagadas en
el círculo de la cima donde
se observa con dolor y apatía,
la distancia tuya y mía,
entre negros lamentos
sangrando el alma y el ser,
latiendo el corazón,
por última vez.