No sé en qué momento comenzaste a amarme,
yo sufría por la pérdida de aquel gran amor
sólo sé que comenzaste haciéndolo evidente,
en tu mirada hacia mí.
Comencé a sentirte libre en nuestros momentos a solas,
cuando me llevabas a casa después del trabajo
comencé a sentirme dichoso y privilegiado,
y sin quererlo ya me encontraba anhelando
verte y escucharte aunque fueran pocas horas.
Eras tan dulce al hablarme,
siempre me mirabas a los ojos
yo les rehuía a los tuyos,
porque comenzaban a hablarme
me daba miedo volver a enamorarme,
pero tu amor en silencio me devolvió la sonrisa.
Conocí a tus padres y tú conociste a mi madre,
ellos se dieron cuenta lo que tú sentías por mí
tus ojos siempre hablaban,
yo temía verlos, tú sabías contenerte
yo no hubiera podido.
Un día decidí arrojarte a sus brazos,
y a los besos que yo nunca debía darte
y caíste en mi trampa,
o te lanzaste a la balsa como quien no desea
morir ahogado en el mar.
Me dolió hacerlo mi amor,
pero más me dolía tu agonía
y los besos que yo no podía corresponderte,
nunca lo hubieran aprobado
y terminarías sintiéndote culpable,
y yo el hombre más amado pero también
el más desdichado.
Y comencé a amarte con ansiedad,
comencé a sentir celos de su boca
que te recibían y te despedían cada día,
pero opté por ser el amigo incondicional
sólo los escuchaba y en sus abrazos,
yo me sentía abrazado.
Un día quiso el destino,
que nos encontráramos en tu habitación
y de nuevo tus ojos hablaron,
yo no pude esquivarlos
los míos también hablaron,
y apunto de consumar la locura
entre tu perfume y tus sábanas,
entró tu padre.
Bendito sea tu padre mi amor,
yo no me hubiera perdonado tu sufrimiento
y después de aquello entendí,
que debía renunciar a volver a verte
e hice que me odiaran todos,
con mi actitud.
Han pasado diecisiete años,
ustedes se casaron y formaron el hogar
que yo nunca te hubiera podido dar,
no supe de otra manera corresponder a tu amor
perdóname,
el secreto de tus silencios
termino siendo el secreto de mis silencios.
05/12/2016
Andrés Eduardo de las Heras.-