Has traído a mi orilla sosegada
olas blancas cargadas de locura.
Me he dejado seducir por tu mirada
y ahora arrastro la resaca de la duda.
Otra vez me muestro a tí desnuda
deseo cruel que juega con quimeras.
Que escuece, aprieta, silencia, cura
enloqueciéndome así a mi primera.
Yo que siempre he sido una guerrera
y he barrido ciudades con mi encanto.
Embarcado en batallas pioneras
donde no queda sitio para el llanto.
Hoy me pesa necesitarte tanto
y ahora tengo que ganarte la partida.
Ahora amigo, ve cubriendo con el manto
la que va a ser la mayor de tus heridas.
Déjame que te dé la bienvenida
a mi universo oscuro y adorado.
Olvidándonos los dos que hubo un pasado
sin pensar cómo será la despedida.