En lo alto de tu cuerpo ya amanece,
te busco allí, donde florece tu boca
llena de sonidos frescamente nuevos,
a tus ojos voy a pescar esas estrellas de la noche,
que se esconden en ellos, para permitir que el día,
recobre su carrusel de tonos azules
calzándole zapatos rosados
a las inquietas nubes.
Tu frente se ofrece limpia y dulce
para mi cariño apresurado,
y los senos se ajustan a la copa de mis manos,
como se ajusta la miel al paladar
fino de la tierra;
en lo tibio del encuentro,
cosecho ensimismado señales
inequívocas de reciproco agradecimiento.
Tu mirada se va acercando a la mía despacio,
llegando de la galaxia roja
que palpita al centro de tu pecho;
acomodo mis brazos para cerrarte en mi,
para atarme a tu cintura cósmica,
para beber desde tus labios el húmedo saludo,
para seguir caminando el reloj juntos,
con los pies de un mismo canto enamorado.