Alberto Escobar

Sigo siendo el mismo...

 

 

Sigo siendo el mismo niño que jugaba
de pequeño con las pinzas de la ropa
al fútbol, improvisando un balón con 
las canicas que tornasolaban la
habitación a las horas en que el sol
entraba por mi ventana cual tres
potencias celestiales.

Las porterías, dos de ellas tendidas
a lo largo. El portero en la mano
izquierda se lanzaba por la pelota
que el mejor jugador, en la mano
derecha, le ajustaba al palo contrario
con maestría.

Ese jugador, por casualidad, se
llamaba Alberto. Era yo... y también
era un centrocampista del Atlético de
Madrid, por cierto muy fino en el trato
del balón. 

Por ese motivo me aficioné al Atlético,
aunque mi equipo en esencia era el
Betis, y lo sigue siendo.

Este era mi juguete preferido, el más
barato, me pasaba horas y horas
derramado en el suelo, soñando ser
futbolista como los que coleccionaba 
en los cromos, sueños que duraron
hasta que mi cuerpo adolescente tuvo
que renunciar a ser serpiente que se
camufla con el terrazo.

Ahora, andando los años, sigo
prefiriendo los juguetes más amables
al bolsillo, sigo arrodillándome en mi
suelo para nutrirme de lo más esencial
que me conforma.

Sigo disfrutando de lo más sencillo,
de un simple paseo que me permita
enhebrar el sinnúmero de vidas que
se me cruzan ante mis ojos, vidas de
personas anónimas, estrellas fugaces
que pasan por mi vida con la
frecuencia del cometa Haley.
 
Me gusta vivir con lo justo 
Prefiero mil veces ser a tener
Me alimenta más una sorpresa
que la mejor de las ambrosías.
 
 
Por mucho que valga un hombre
nunca tendrá valor más alto que el
de ser hombre...  (Antonio Machado)