Hojas secas mecidas
por el viento
se arremolinan
y en su intento
sin hacer esfuerzos
alegres giran,
y cobran vida
en un momento…
.
Al irse el viento
la otoñal alfombra
parece sombra
sin movimiento.
.
Al irse el viento
las hojas crujientes
duermen silentes
en su aposento.
.
Al irse el viento
vuelven a ser lo mismo,
inescrutable silencio,
eco dormido.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela