Sentado en un rincón, hacia donde nadie mira, con la serenidad y tranquilidad que te han dado los años,
Sonriendo en silencio, con el alma quieta, disfrutas del fenomenal cuadro que a todos fascina.
Tu hermosa esposa, la bella y dulce María, con ternura y suavidad, amamanta al pequeño,
Jesús es su nombre, así le pusieron. Estaba así escrito, pues es hijo del mismísimo cielo.
Parece ayer, llegaron los mensajeros, y en turbulentos sueños, te dijeron: \" Haz esto!
No dejes a María, y ni pienses hacerlo. Tendrá ella un hijo, que será el salvador eterno,
Y tú eres el elegido, entre todos bajo este cielo, que tiene la tarea, de cuidar de ellos\"
Sonríes nuevamente, recordando cada detalle de este fenomenal sueño.
Acaso no sabían los mensajeros que nunca los dejarías?
Acaso era necesario decirte que tenías que aceptar a María?
Acaso era necesario ordenarte no abandonar al pequeño?
Nunca fue necesario hacer eso, te repites en silencio, mientras sigues sonriendo.
Al verte sonreír, también sonríe María, y hasta parece que sonríe el pequeño.
No se enteraron los demás que amas a María de verdad, y amas a tu pequeño,
Y que cuidarás de ellos, así se ponga contra ustedes, el mundo entero....