Qué fueron de aquellos años,
donde tu ausencia la sentía
en aquella luna que no podía tocar,
en el agua que no saciaba mi sed
en mis días lleno de cobardía,
aunque me sangraran mis labios
al morderlos para no gritar tu nombre.
Escribía al viento mis anhelos,
sudaba el sacrificio en mis recuerdos
dormía soñando con el cielo,
construía mis pasos de hombre bueno
tocando afligidos corazones,
propios y ajenos.
Tengo un hijo hermoso de la vida,
con ella creación perfecta
mi razón de luchar a pesar de las mareas,
nuestra gente sufre con viles cadenas
he sido educador de las voces,
que gritan nuestra libertad.
Yo prisionero del orden entre las paredes del olvido,
suspirando la fantasía del amor que salva
y aunque casi moribundo te hallé está mañana,
mi promesa de renuncia será la garantía
de nuestro horizonte juntos y la eterna dicha,
más allá de este mundo.
Se afanaron nuestros padres amarnos con devoción,
inculcándonos trascendentales valores
he volado junto a tu alma en mis proyectos,
mi almohada atesora las lágrimas
que tus manos debieron secar en noches tristes,
naciste en un mundo equivocado que agoniza
o en una piel que no correspondía,
encadenándome a la soledad sin ti.
¡ Hoy amaneció bonito!, es lo que cuenta,
tiembla mi corazón sincero
eres el ruego que limpia mis pecados,
sólo Dios pudo obrar tal milagro
y ya callo por temérle,
es más grande su amor a nosotros
que nosotros mismos.
¡ Cómo no admirarte en el tiempo!
si has sido vida palpitante,
no he mirado a nadie más como a ti
soy marioneta en tu ausencia,
la lluvia a bañado mi rostro de tu azul cielo
la luz del día a guiado mi camino,
mis manos han descubierto las estrellas
y el murmullo del universo.
Todo pasa por una razón,
tus hijos verán la alborada en nuestra tierra
entonarán el himno de la alegría,
y cada uno su camino
los sueños son desde siempre,
bienvenidos.
¿Eres Feliz...?
Sí
mi felicidad...
la tienes en tus manos.
Andrés Eduardo de las Heras.